sábado, 18 de septiembre de 2010

Velocidad y buena bandeja


Si bien Rodrigo Palacio es más conocido por la gran cantidad de goles que hizo en Boca (82) por ejemplo, tal vez muchos no conocen su otra pasión: el básquet. Hoy en día, juega al fútbol pero cuando va a su ciudad natal (Bahía Blanca), no duda en pasar por el club de su infancia (La Falda) y jugar un partido con sus amigos. Es un caso atípico, porque no es común que un jugador o una jugadora de básquet se dediquen a otro deporte con la misma pasión.
Paralelamente al fútbol, Rodrigo Palacio jugó al básquet hasta los 16 años, cuando su papá le aconsejó que optara por uno de los dos deportes para dedicarse a full. A los 7 años, empezó a picar la bola naranja en Bahiense del Norte, la cuna basquetbolística de un tal Emanuel Ginóbili. Cuando se mudó de barrio, fichó para el modesto La Falda, cuya sede queda a la vuelta de su casa. Base de movimientos interesantes, se destacó por su buena muñeca para encestar y la velocidad para penetrar. En Preinfantiles promedió 16,4 puntos por partido. su registro bajó a 15,5 en los 19 encuentros que disputó en Infantiles. El mejor momento fue como Cadete, entre 1997 y 1998, cuando convirtió ¡1272 puntos!, a un promedio de 23,6. Cerró su campaña como Juvenil, alcanzando los 18,7 puntos por partido.  Pero, a pesar de la altura (mide 1,75), fue ganando espacio y llegó a la primera del club en 1998 que, según revela, era el único de Bahía Blanca que tenía una cancha con piso de baldosa.
En ese equipo jugaban sus mejores amigos, Nicolás, el Gallo, Bana, Juanga, Guti, Feli, Pitu y Jero, entre otros. Sin embargo, su amigo más ilustre es Juan Ignacio Sánchez, el Pepe de la Selección de Oro Olímpico, el primer basquetbolista argentino en participar en la NBA. $1000 costaba su pase cuando le ofrecieron a Pepe que se lo comprara a Bella Vista. No quiso arriesgar y se perdió un negoción. Pero eso no arruinó la gran amistad que continúan teniendo hoy en día.
 “De no ser futbolista hubiera jugado al básquet, aunque estoy seguro de que no iba a llegar a la Liga Nacional porque no me daba el cuero. Era un jugador muy discreto aunque voluntarioso”, se lo escuchó decir a Palacio en varias oportunidades.
Hasta en el Mundial de Alemania 2006 encestaba la naranja. Junto a la cancha de entrenamiento del bunker de Herzegenaurach había una de básquet en la que solía prenderse en duelos uno contra uno con Cuchu Cambiasso- otro que fue basquetbolista federado- y Leo Franco. “Venía bien para despejar la mente de las tensiones que siempre se viven en un Mundial”, reconoció Rodrigo, generalmente ganador de aquellos enfrentamientos posteriores a cada práctica.
Futbolista profesional, federado en el básquet, apasionado por los midgets, capo en la play, bueno para las bochas y el ping pong… el deporte y las competencias están asociados a la esencia de Rodrigo, que alguna vez pensó en ser profe de Educación Física, aunque le quedaron colgadas todas las materias.


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